El comercio exterior no resiste una traba más. Sin embargo, todos los días surge alguna herramienta, una traba más que dificulta la tarea para los importadores y para los exportadores. Con un tipo de cambio ficticio el miedo a qué sucederá con las deudas con el exterior cada vez son mayores. Las quejas ya llegaron a la OMC.
Viernes 3 de noviembre de 2023, Mg. Yanina S. Lojo
Todos los días los operadores de comercio exterior amanecen temerosos. ¿Cuál será la nueva herramienta que se pondrá en marcha? ¿Cuál será la nueva traba? ¿Cuál será el nuevo instrumento que complejizará aún más la operación? Citando a un colega a quien respeto mucho “cuando hablamos con pares de otros países y les contamos lo que sucede acá, pareciera que estamos arreglando OVNIS”. Ya el poco hilo que quedaba en el carretel se esta terminado y la situación es mucho más que crítica.
Una enmienda, un problema más
La semana pasada se puso en vigencia la VII enmienda del Sistema Armonizado, y si bien no es la primera vez que se pone en marcha un cambio como este, en otras oportunidades se habían previsto mecanismos para que aquellos que tenían operaciones en proceso no se vieran afectados.
Hoy muchos despachantes van a nacionalizar las operaciones de sus clientes y se encuentran que no pueden. No se los permiten. El cambio en la posición inhabilita a continuar con la declaración. ¿Qué hacer? ¿Cómo sabiendo lo difícil que es obtener la aprobación de una SIRA no se instrumentaron mecanismos para facilitar la transición? Y si bien, desde el Centro de Despachante han elevado consultas, nada se sabe aún. Y esta modificación ya cumple una semana. ¿Qué hacemos con las cargas que están llegando? ¿Habrá que pagar almacenaje por el tiempo que requiera aprobar una nueva SIRA?
¿Esto afecta solo a los importadores? No, también a los exportadores. Muy sorprendidos al momento de emitir un permiso de embarque se encuentran con que los aranceles cambiaron. Incluso aumentaron. Si uno había hecho un buen estudio y estimado el precio de venta FOB considerando los derechos a pagar y estos se modificaron todo quedo en la nada. Quizás algunos tuvieron suerte y se los redujeron, pero otros se desayunaron con esta novedad. Habrá quienes dirán: “pero de qué se quejan si ahora liquidan a un dólar más alto” Ojo con esa afirmación, esconde muchos problemas.
Un Programa Incremento Exportador muy flaco
Si bien desde el lunes pasado y hasta el 17 de noviembre se extendió el programa incremento exportador para todas las operaciones de bienes y para servicios, la situación no es tan ventajosa como muchos creen.
En primer lugar, todos los permisos de embarque quedan alcanzados por las cuestiones aduaneras mientras que desde el punto cambiario surgen los problemas. Empresas pequeñas que no poseen cuenta propia en el exterior, y que cuando quieren trasladar los fondos a un Sociedad de Bolsa se encuentran con dificultades. O que cuando quieren liquidar el 30% a través del mercado financiero con la entidad financiera que suelen trabajar les ponen mínimos.
Por otro lado, cuando el programa comenzó por cada dólar liquidado el exportador recibía $525, mientras que hoy en el mejor de los casos $510. ¿Por qué? Porque el mientras que el 70% está congelado, el otro 30% se mueve libremente y dado el incremento en el volumen de la liquidación ha ido bajando.
Al mismo tiempo, los insumos que se compran localmente ajustan constantemente sus precios lo que hace que los costos locales no paren de subir. Entonces, muchos se preguntan ¿es realmente conveniente liquidar en este contexto? Cuando vemos las liquidaciones y las comparamos con otras ediciones, es claro que ya sea por cuestiones técnicas o por cuestiones comerciales, este programa no está dando resultado. Apenas está apuntalando unas reservas muy flacas, y en estado crítico.
El cepo recargado ¿se va o se queda?
Hoy día la situación del pago de importaciones es crítica. Y cualquiera en el rubro puede dar fe. No sólo afecta a las compras de bienes sino también de servicios. Es realmente preocupante el nivel de deuda alcanzado: USD 54.000 millones. Es una deuda que tomo el sector privado, porque le prometieron que al aprobarle las operaciones le iban a dar acceso al mercado y hoy, esto no esta sucediendo.
El tipo de cambio oficial está congelado a $350, pero nadie puede acceder. Mientras que el BCRA se hace de sólo el 70% de lo que se liquida por exportaciones, no libera dólares o libera a cuenta gota para el pago de las importaciones.
Los importadores más allá de que ya no saben cómo explicarles a sus proveedores por qué no pueden cumplir con los pautado se pregunta: ¿se podrá pagar en algún momento? Porque es deuda privada, no pública. ¿El Estado llevará al default al sector privado? O ¿Qué solución darán?
Algunos creen que en algún momento se hará un corte. Pero ¿Qué pasará con lo anterior? La implementación de las “Cuentas Remuneradas” generó mucho ruido y desconfianza. Hay un dicho que dice: “cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía” ¿De qué sirve la cobertura si no nos dejan pagar? Supongamos que, llegado un punto, finalmente se habilita el pago, pero se indica que este deberá realizarse a través del mercado financiero. La cobertura hoy está atada a la evolución del tipo de cambio oficial, si la cotización en el mercado financiero es otra ¿Qué pasará? Cuesta imaginar que el Estado asuma la diferencia.
Nadie sabe qué sucederá desde el 10 de diciembre, pero si sabemos que la salida del cepo no será inmediata. Asuma quién asuma. ¿Por qué? Porque más allá de la situación de las reservas, todos son conscientes que hay una situación muy delicada y por ende primero se deben corregir algunas cuestiones antes. Por el momento, nadie sabe cuándo se saldrá o si se podrá salir en el corto plazo. Mientras tanto las deudas se siguen acumulando, las ineficiencias en el mercado se potencian y el miedo crece.
Muchas empresas hoy se preguntan hasta cuándo podrán “aguantar” no sólo por la presión que reciben de sus proveedores sino por la falta de entrega y por el costo que podría representar un ajuste en el tipo de cambio que duplique la deuda.
Al filo del abismo
Hoy el comercio exterior se encuentra al filo del abismo. Sea un exportador, un importador, un proveedor de servicios, los operadores y auxiliares están todos al borde del colapso.
Todos los días hay una nueva falla, una nueva inconsistencia, un nuevo problema. Todos los días cada vez se dan más y más situaciones que ponen en riesgo la continuidad de las operaciones.
¿Qué va a pasar cuando la frecuencia de los buques caiga y no sea difícil enviar lo que vendemos porque no es posible pagar los fletes? ¿Qué va a pasar cuando la cosecha se ponga en jaque porque los costos de los insumos – que son importados -, se dispararon y los productores no pueden acceder? ¿Qué va a pasar cuando se rompan los tractores y por falta de repuestos no se pueda cosechar? ¿Qué va a pasar con la economía argentina si el comercio exterior no puede funcionar? Para exportar hay que importar, para tener una economía que funcione adecuadamente, que los precios no estén en las nubes hay que eliminar los cepos, las trabas y aplicar una política pensando en los consumidores que hoy pagan mucho más por un producto que en otra parte del mundo por la cantidad de impuestos, tramites y dificultades que hay que afrontar para poder producirlo o traerlo al país. Si queremos crecer, hay que poner reglas claras, transparentes. Ya han empezado los pedidos de explicación ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) y es importante tener en cuenta, que, si los países proveedores empiezan a presentar reclamo, se puede habilitar a que nuestros productos reciban el mismo tratamiento. ¿Cuánto falta para que nos cierren la puerta?
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