En el día de ayer, el ministro de economía anunció un nuevo dólar destinado principalmente a aquellas economías regionales que han sufrido inclemencias climáticas. La medida tiene poco de ayuda y mucho de coercitivo.
Martes 8 de noviembre de 2022, Mg, Yanina S. Lojo
Ayer desde Mendoza, Massa anunció un tipo de cambio diferenciado pero la medida que se complementa con dos créditos especiales suena un poco coercitiva, por las condiciones impuestas.
¿A quién está destinado?
A aquellos complejos exportadores que han sufrido inclemencias climáticas: inundaciones, sequías o heladas. Muchas economías regionales se están viendo afectadas gravemente por la situación climática, y aunque sólo se estuvo hablando del peligro que corre la cosecha del trigo, otros productos están en una situación similar.
¿Cuál es la condición necesaria?
Para acceder a este beneficio de un dólar especial, que aún no tiene nombre, y que se implementaría entre el 20 de noviembre y el 30 de diciembre se establece que el productor deberá haber suscripto al Programa Precios Justos, que el gobierno busca lanzar este 1º de diciembre y que duraría cuatro meses. Si el productor es diferente al exportador, deberán llegar a un acuerdo entre ambos para que el productor ingresé a dicho programa y de esta manera, el exportador pueda obtener un dólar más alto - cuyo valor no se conoce -, a la hora de liquidar las exportaciones.
¿Qué otros beneficios se ofrecieron?
Se informó desde Economía que se transfirieron unos $ 1.500 millones en Aportes No Reintegrables para las provincias que fueron seriamente afectadas por las heladas. Adicionalmente, se ofrecerán dos líneas de crédito: una a 18 meses y otra a 50 meses. La primera, está destinada a financiar el ciclo productivo. Será gestionada por el Banco Nación y por el Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) a tasa cero. La segunda, será para aquellos que necesiten un monto mayor con una tasa fija del 48%, y el repago comenzaría en la cuota 19. Muchas voces se elevaron desde el sector agropecuario remarcando que los productores hoy no pueden devolver los préstamos que ya tomaron para esta producción, por lo que difícilmente les sirva que les sigan ofreciendo líneas de créditos. Necesitan otro tipo de soluciones.
¿Socio en las ganancias y en las pérdidas...?
El Estado siempre se ha caracterizado por querer ser socio de las empresas, de las PyMES, de la Industria, de cualquier eslabón de la cadena productiva, en las ganancias. Pero en la época de vacas flacas la ayuda que da, si se brinda, suele ser escaza, ineficiente o hasta coercitiva. En este caso, ante el fracaso del Programa de Precios Justos - porque la incapacidad del gobierno de lograr que las empresas acepten ingresar al mismo puede ya calificarse como un fracaso -, están buscando un nuevo mecanismo que fuercen a los productores a ingresar. O sea, como no sólo necesita dólares porque el Banco Central no logra dejar de perder reservas aún con las importaciones pisadas, ahora quiere que forzar la participación en un programa de congelamiento de precios que poco resultado va a dar para mantener la inflación controlada.
Mientras que ayer el mercado de cambios tuvo un volumen de sólo USD 350 millones de dólares, el BCRA terminó con un saldo negativo de USD 150 millones, acumulando un rojo de USD 390 millones en lo que va de noviembre (una semanita). Si bien, esta semana finalizan los pagos de combustibles, el ingreso de divisas está en un nivel muy bajo. Y nadie espera que esto mejore teniendo en cuenta dos aspectos: que se adelantaron liquidaciones de soja, gracias al dólar especial ofrecido en septiembre; la mala cosecha de trigo que se espera como resultado de la fuerte sequía que golpea a nuestro país.
La incomprensión del gobierno
Nunca queda claro si intencionalmente o no, pero el gobierno confunde al pequeño productor agropecuario con el gran complejo exportador. El primero invierte todo su capital y se ve expuesto a las inclemencias del tiempo que pueden hacerle perder todo su esfuerzo y tiene que negociar con el exportador para vender sus productos. El segundo es el que accederá a un dólar diferenciado porque el Estado necesita reforzar unas reservas raquíticas. El gobierno quiere obligar al primero a ingresar al Programa de Precios Justos para que el segundo tenga el beneficio del dólar más alto, y que entre ellos negocien los términos de intercambio. Una situación que se ve bastante compleja y que no será tan fácil de lograr. Distinto fue el caso del dólar soja, donde el producto estaba en manos de las acopiadoras y aceiteras, y sólo tuvieron que tomar la decisión de adelantar las liquidaciones.
La otra pregunta que surge es: ¿otra vez el Estado buscará comprar caro y vender barato? ¿Cómo financiará esta nueva aventura?
Otro tema es el congelamiento de precios, que nunca ha dado resultado, y que probablemente termine resultando en un aumento inmediato de precios de toda la cadena productiva que se respalda en las economías regionales afectadas que, si se ven obligadas a entrar a este tipo de programas, adelantarán las subas y los consumidores estaremos pagando la inflación de febrero hoy.
¿Qué pasará con las importaciones?
Los importadores necesitaremos mucha paciencia porque este tipo de medidas, y las que probablemente se vayan anunciando, permiten evidenciar que lejos estamos de lograr una mejor situación para el acceso al mercado. Desde el gobierno hablan de una mejora para el segundo semestre de 2023. ¿Cómo llegar? Más allá de que hay grandes industrias que están parando la producción o reduciendo sus operaciones - en Tierra del Fuego, ya hay empresas operando al 50% de su capacidad -, la economía poco tiempo más podrá resistir la falta de insumos y bienes importados. ¿Cómo hace la PYME para llegar a junio de 2023? ¿Cómo va a pagar los sueldos y los impuestos si no puede producir? ¿No se iba a bajar la inflación mediante una expansión de la oferta?
Nos vamos acercando al momento en dónde el gobierno tendrá que decidir si devalúa o deja que el ajuste lo haga la economía. En el primer caso, de hacerlo de manera ordenada y con un plan el costo social puede controlarse. En el segundo, el costo social será altísimo y sus consecuencias mucho más profundas. Lamentablemente, el tiempo se está acabando y volvemos a hacernos una pregunta que ya nos hemos hecho muchas veces en la historia argentina ¿Hasta dónde la política está dispuesta a llegar para no perder un ápice de poder, mientras sacrifica a la industria y el comercio? En el medio, millones de argentinos cada vez son más pobres y no saben si el mes que viene tendrán aún trabajo.
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