La catarata de renuncias, cambios y desprolijidades desde el poder ejecutivo transmite un marco de intranquilidad. Finalmente, ¿llegarán los anuncios? ¿llegarán los cambios necesarios?¿vendrá el plan económico que tanto espera el mercado?
29.07.2022 Mg. Yanina S. Lojo
El jueves los argentinos asistimos a un espectáculo dantesco que ante la situación económica que vivimos no nos merecemos. Cuando se está pidiendo desde hace más de 20 días que se transmita tranquilidad, que se marque el camino, el Gobierno decide hacer una "reestructuración" del gabinete. Nombra un "superministro" de economía y genera aún más ruido.
El cambalache
Hasta ayer una ministra de economía con 24 días de mandato recorría la capital de los Estados Unidos pidiendo apoyo, un voto de confianza a los banqueros mundiales y prometiendo que se iba a cumplir con las metas impuestas por el FMI - que el ajuste se iba a hacer. La casta política decidió renunciarla en pleno vuelo de regreso a Buenos Aires. ¿No estaba preparada para el puesto? ¿Le faltaba pericia? ¿No convenció su desempeño ante los organismos internacionales? O quizás, ¿no gustó lo que planteaba? Porque había dejado en claro que la situación era crítica, que era necesario ajustar y corregir las cuentas publicas. Quizás la idea de quedarse sin el control de la caja fue algo que inquietó a más de un dirigente, lo que llevó a precipitar su salida del ministerio de economía. Si es así, estamos en un problema. Porque es ajuste lo que la economía necesita.
Y comenzó el cambalache. Con la ministra en vuelo empezaron los portales de noticias a trasmitir la novedad de que sería Sergio Massa el nuevo ministro de economía. Un superministro. ¿Cómo queda la imagen argentina ante los banqueros, ante el FMI, ante el Banco Mundial si mandamos a pedir un voto de confianza a una persona que no tenía la confianza de quienes gobiernan?
El desfile de funcionarios renunciando y asumiendo, que se vio durante la tarde noche del jueves, fue un show insultante para el argentino de pie. Ese que está haciendo malabares para llegar a fin de mes, que no sabe si vender o no vender, si producir o no producir. Las familias en su casa que ven cómo la plata se les esfuma de las manos y cada vez pueden comprar menos comida - porque los productos básicos subieron un 9,50% - que están esperando que alguien les diga qué va a pasar, cómo vamos a salir de esto. Sin embargo, ese mensaje nunca llega.
El Superministro
Ya hemos tenido superministros como, por ejemplo, Cavallo o Lavagna. Y la figura en sí misma no garantiza nada. Es posible inferir que lo que se busca es darle volumen político para intentar trasmitir una imagen de apoyo por parte del arco político a las decisiones que tome. Lo que sí podemos mencionar es que Sergio Massa es abogado por lo que habrá que ver cómo conforma su gabinete económico, algo vital para enfrentar la crisis. Es posible señalar que no es la primer persona en ocupar esta cartera no siendo economista.
¿Qué cambió de ayer a hoy en la economía?
Por ahora, podemos decir que los cambios llegaron desde el Banco Central, quien anunció una fuerte suba de tasas. Llevó la tasa de política monetaria a una TNA del 60% - debido a una suba de 800 puntos básicos en la tasa de las Leliq. Incrementó el rendimiento de los pases pasivos a un día en 850 puntos básicos, esto implica una TNA de 55%. A eso se le sumo el anuncio que para la financiación de los saldo de consumos superiores a USD 200.- con tarjeta de crédito se aplicará la tasa más alta fijada y regulada por el BCRA que es del 62%
En otras palabras, pareciera que Pesce escuchó a la FED y decidió que una buena manera de combatir la inflación era el aumento de tasas. Espero que no se haya olvidado de la otra pata, la suba de tasas enfría la economía al encarecer el financiamiento y al volver más atractiva la colación de dinero a plazo. Es que la economía es así, si aplicas políticas sueltas, sin un plan, lo que buscas acomodar, por un lado, lo desacomodas por el otro. Es la famosa teoría de la sabana corta.
¿Qué va a pasar hoy?
Nada. La situación de ayer a hoy no cambió solo por un cambio de figuritas. Cambiar un ministro por otro no sirve de nada, hasta tanto ese ministro no anuncie un plan económico sustentable y creíble. ¿Podrá Massa lograrlo? Algunos medios dejaron trascender posibles medidas que baraja el equipo que acompaña al ministro: dólar soja - un verdadero desdoblamiento cambiario, donde el productor reciba el dólar a valor MEP - devaluación leve una vez alcanzado un nivel de reservas aceptables; aumento de las tasas de interés para acompañar el proceso de devaluación; entre otras.
¿Se viene el palo?
Como se mencionó en el párrafo anterior, todo depende de las medidas que finalmente se anuncien. Si vamos a seguir poniendo parches, nada va a cambiar y en un mes- con suerte - vamos a estar igual que hoy. Ahora, si se decide anunciar lo que realmente necesita la economía, reducción del déficit público, de la emisión monetaria, control de la inflación, es decir, se plantea el ajuste que el mercado espera, entonces la historia puede ser otra. ¿Logrará plantear un congelamiento no de precios sino de salarios en la función pública, por ejemplo, para que con la inflación se vayan licuando y de esa manera controlar el gasto?.
Guzmán no pudo. Batakis, apenas les dijo a los gobernadores que la plata se había terminado, se quedó sin trabajo. ¿Podrá Massa cumplir? ¿Podrá darnos algo de credibilidad para evitar que en la próxima revisión del Fondo se termine decidiendo por suspender los desembolsos? ¿Podrá alinear a la coalición política de asumir la responsabilidad y tomar decisiones feas, antipáticas, pero necesarias para evitar el mal mayor?
Al final del día, las decisiones por tomar son las mismas, y los resultados también: ¿cuán pobres quiere el gobierno que seamos los argentinos en el corto plazo? Un paso en falso y lo más probable es que terminemos entrando en una espiral de hiperinflación, con una economía parada, y dándonos un terrible palazo. Quizás sea hora de dejar la heterodoxia y dar paso a la ortodoxia, y tratar de hacer un poco de control de daños, si es que aún estamos a tiempo.
En el medio de este show dantesco, 47 millones de argentinos esperamos a ver qué nos depara el futuro. Lo único que nos queda pedirle a la casta política es que, por una vez, solo por una vez, nos tenga respeto. Aunque sea eso.
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