Mucho se ha hablado en los últimos meses de la deuda en pesos, pero poco de la deuda externa del país que en el cuarto trimestre de 2022 creció un 3,7% a valor nominal con relación a 2021. Preocupa la situación de la deuda privada con el exterior.
Miércoles 29 de marzo, Mg. Yanina S. Lojo
Ayer el INDEC publicó el informe de Balanza de Pagos, posición de la inversión internacional y deuda externa correspondiente al último trimestre de 2022.
¿Qué nos dice la información?
El stock de deuda externa bruta total con títulos de deuda a valor nominal residual al 31 de diciembre de 2022 se estimó en USD 276.694 millones, esto muestra una variación trimestral del 1,4% por un valor de USD 3.879 millones mayor.
Según explican desde el INDEC el aumento se debe al incremento por unos USD 8.071 millones registrado en la deuda del sector Gobierno general. En el caso de los sectores institucionales como el Banco Central y Otras sociedades financieras los incrementos en sus deudas externas fueron de unos por USD 834 millones y USD 110 millones, respectivamente.
En el caso de las Sociedades no financieras, hogares e ISFLSH se muestra una contracción con respecto a su deuda externa a valor nominal en USD 5.057 millones. El endeudamiento de las Sociedades captadoras de depósitos también disminuyó por unos USD 80 millones.
El stock de deuda externa bruta total a valor de mercado que estima el organismo dirigido por Marcos Lavagna es de USD 226.034 millones, al registrarse un aumento de US$ 5.335 millones con respecto al trimestre anterior. ¿Quiénes impulsaron el alza? Gobierno general, Banco Central y Otras sociedades financieras. Sin embargo, parte de los aumentos fueron compensados por la reducción de la deuda de Sociedades no financieras, hogares e ISFLSH y de las Sociedades captadoras de depósitos.
Si analizamos los números el Gobierno Central terminó con un volumen de deuda de unos USD 147.784 millones, mostrando un alza trimestral del 5,9%.
¿Quiénes poseen la deuda externa de la Argentina?
Según la información publicada por el INDEC, la mayor parte de la deuda esta en poder de organismos internacionales y tenedores de títulos. En este caso, podemos decir que los compromisos con los organismos internacionales se ubican en el orden de los USD 76.431, mientras que con los tenedores de títulos de deuda están en los USD 66.005 millones.
Esto nos lleva a prestar especial atención a la relación con la deuda externa con la situación que posee nuestro país con el Fondo Monetario Internacional, pensando que esta ascendió a los USD 45.707 millones en el último trimestre de 2022. Después podemos mencionar al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con quien se posee un saldo negativo por unos USD 15.648.
¿Cómo está la situación con los proveedores internacionales?
A principio de mes la deuda con el sector privado por operaciones de importación ascendía a los USD 8.000 millones. Desde octubre que se implementó el Sistema de Importaciones de la República Argentina no ha dejado de crecer de un piso de USD 6.000 millones.
La perspectiva no es buena si se tiene en cuenta la situación de las reservas de nuestro país. Ayer el BCRA volvió a vender unos USD 74 millones, de manera tal que el saldo negativo de marzo superó los USD 1.600 millones y en lo que va de 2023 sería de unos USD 2.720 millones. De esta manera, las reservas brutas están prontas a quebrar el piso de los USD 37.000 millones y muchos analistas empiezan a advertir que la liquidez de estas ya no existiría. La situación se volvió tan critica que con la llegada de un nuevo desembolso del swap de China, hubo llamados a entidades financieras locales para pedirles que aunque las operaciones estuvieran en dólares si el destino era una empresa china pagarán a través del SWAP.
El viaje del ministro de Economía a Washington ya no tendría como objetivo conseguir la modificación sólo de las metas de acumulación de reservas sino además convencer a las autoridades del FMI de que posterguen el vencimiento de marzo. ¿Qué significaría esto? Que el organismo internacional haga el correspondiente desembolso de Derechos Especiales de Giro por unos USD 5.300 millones pero que postergue el pago de la deuda que se debía haber realizado ya la semana pasada, considerando la situación particular por la sequía. De esa manera, el gobierno conseguiría un alivio para poder esperar que los agroexportadores comiencen a vender.
La preocupación es que, si las reservas netas internacionales siguen pagando, el gobierno se vería obligado ajustar aún más el cepo y esto llevaría a muchas empresas a entrar en default al no poder honrar las deudas contraídas.
Si el FMI aprobará la modificación de metas, el gobierno debería sumar de acá al viernes unos USD 626 millones según las estimaciones de algunos privados esto teniendo en cuenta el mecanismo que el Fondo utiliza para calcular las reservas. Hasta ayer teniendo en cuenta esta manera de calcular las reservas hasta ayer eran de unos USD 2.901 millones, y si se logra la modificación de las metas estas llegarían a los USD 3.527 millones.
Hoy nos queda claro que es muy difícil que la situación de los pagos al exterior mejore, por el contrario, si las reservas no empiezan a subir cada vez será más difícil que se pueda acceder al MULC para poder pagar al exterior. Y si las empresas privadas entrarán en default con sus proveedores, el golpe a la industria nacional y, por ende, a los sectores exportadores.
Cuando vemos los números de las aprobaciones de las SIRA, vemos que la tasa de aprobación de estas usando en billetes propios cada vez es más alta. ¿De dónde salen los dólares propios? Quizás algunos ingresaron en el blanqueo especial para la producción, pero también hay muchas empresas que están empezando a vender en dólares. Normativamente hay discrepancias sobre cómo aplicar este mecanismo y hasta dónde no se incumple con las comunicaciones del Banco Central. Sin embargo, cuando uno se pone a pensar y analizar, pareciera que indirectamente y de manera involuntaria, la normativa y las decisiones económicas tomadas hasta ahora están empujando a que el mercado de lo importado se dolarice.
Nos podríamos preguntar entonces sería ¿Cuánto pasará para que convivamos en una economía bimonetaria algo que sería lo último que se deseaba?
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