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Economía en figurita

Mientras la economía pende de un hilo, el secretario de comercio se reúne para tratar de solucionar el conflicto de la falta de figuritas. Aunque la "crisis" nos sirve para graficar la situación actual.

Viernes 23 de septiembre de 2022, Mg. Yanina S. Lojo


El miércoles fue tapa de la mayoría de los portales de noticias que el secretario de comercio se iba a reunir con los kiosqueros y el fabricante para ver encontrar una solución a la falta de figuritas del mundial. Soy madre, y sé lo desesperante que puede ser que un hijo quiera algo y no encontrarlo por ningún lado. Pero en un país donde hay chicos que no comen, las figuritas no deberían ser prioridad de las autoridades. Puede que sea de los padres, pero no debería gastarse tiempo ni dinero de los contribuyentes, cuando hay industrias que pronto no saben qué van a fabricar por la falta de insumos. Entiendo que la situación es compleja para los kiosqueros, y ellos sí merecen una solución. Pero también los panaderos, los repuesteros, los comerciantes, los industriales, básicamente toda la Argentina productiva merece explicaciones.



Esta semana también fue noticia que los famosos arbolitos - sí los que ofrecen dólar y euro -, venden figuritas. Mientras que el precio sugerido de un paquete es de $150.-, en el mercado negro, porque hay un mercado negro, es del doble. Más allá de lo dantesco de la situación, la "crisis de las figuritas" nos sirve como analogía para explicar los problemas de la economía argentina, que tan evidentes se vuelven en este caso.


Para empezar en nuestro país una sola empresa cuenta con la licencia de Panini para producir y distribuir tanto las figuritas como el álbum. Por lo que, esta única firma tiene la capacidad de decidir a cuánto, cómo, cuándo y dónde se venderán sus productos. En otras oportunidades, los kioscos eran el único canal de distribución, pero esta vez se decidió abrir el juego y ampliar la red. Los jugadores que ingresaron tienen mayor llegada y poder de compra, lo que hace que sean "privilegiados", según indican los mismos kiosqueros. Claramente, se trata de un negocio monopólico donde la compañía fabricante hace uso de su posición dominante y vende al mejor postor.


Hagamos el siguiente ejercicio hipotético: si, por ejemplo, no hubiera trabas a la importación ni cepo ante problemas en la oferta, la situación podría resolverse a través del comercio exterior: una empresa importadora podría recurrir a otro licenciatario en un país limítrofe y proveer a los kiosqueros (los puristas me dirán que son diferentes las figuritas que se venden en cada país, pero eso se podría solucionar). De esa manera, podrían evitarse distorsiones en los precios, situaciones abusivas, mercado negro e inclusive crisis de llanto. Pero en un país como la Argentina se reúnen durante horas funcionarios para resolver un problema que nunca debería haber existido si la economía no estuviera tan mal como lo está. Las figuritas son una de las tantas cosas que faltan. De a poco, y sin tregua, se irá notando la falta de muchos productos. Cada vez se verán más góndolas vacías. Y como siempre el mercado negro aflorará en su máximo esplendor. Porque siempre que el Estado interviene en la economía genera distorsiones, y las pagan los consumidores. Un ejemplo de esto es que haya gente vendiendo paquetes por el doble de valor de lo que deberían venderse. Cuando la demanda supera la oferta, y esta no puede responder, el precio sube. En este caso, además de saber que la oferta está sumamente condicionada, se tiene la certeza de que ningún otro actor económico podrá dar una respuesta adecuada.


Los industriales no dan más. Necesitan insumos para producir o deberán parar la producción. Los importadores tampoco saben cómo seguir. Hay miles de productos que no tienen fabricación nacional, y, sin embargo, no dejan que ingresen o les piden que consigan financiación a 180 días. En comercio exterior el pago a plazo es algo muy difícil de conseguir, pero 180 días de la nacionalización - es decir, de cuando la mercadería ingresa en nuestro país -, implica un plazo no menor a 240 días desde que se coloca la orden. Es algo que roza lo imposible.


El ministro de economía se reúne con la UIA y les dice que no quiere más avivadas con respecto al dólar mientras que cada quince días viajan largas comitivas al exterior. Todos los días nos despertamos con nuevos impedimentos para acceder al dólar y como explicación nos dicen que las reservas son pocas y hay que priorizar. También nos dejan saber que posiblemente se encarezca aún más la compra de dólares para usarlos en el exterior a través de la tarjeta de crédito, ¿no sería momento de mostrar algo de austeridad? ¿Son necesarios los viajes multitudinarios? Si le pedimos a la gente sacrificios ¿No deberíamos empezar por casa? Hay una realidad: salió el IPhone 14 y sabemos de la preferencia de los funcionarios nacionales por usar esta marca.


Las normativas cambiarias que se implementaron a fines de junio obligaron a muchas empresas a financiarse en el exterior. Me pregunto: ¿qué va a pasar cuando se cumplan los plazos y haya que pagar? ¿Con qué dólares vamos a enfrentar la deuda privada? ¿O acaso lo que nadie en el gobierno quiere reconocer es que en breve van a obligar a los privados a defaultear la deuda? No sería la primera vez, y me da pena reconocer, que probablemente no sea la última.


La "crisis de las figuritas" pinta la realidad económica del país de manera muy clara: desordenada, desprolija, sin prioridades, a la deriva y con más de aguantar y llegar, que de solucionar los problemas de fondo. La deuda pública y privada están atadas con alambre. La clase media está cada vez más asfixiada por los impuestos, las tarifas y la inflación. Los jóvenes pierden la esperanza en el país, porque piensan que es imposible crecer, construir, desarrollarse con la maraña de trabas con las que te golpean todos los días.


Hasta hace poco se hablaba de funcionarios que no funcionan. Bueno, creo que el funcionamiento de la Secretaria de Comercio debería evaluarse. Cuando la inflación está totalmente descontrolada y la persona que maneja esta cartera está más preocupada por las figuritas que por ayudar a los productores que ponen en movimiento al país, entonces quizás habría que pensar seriamente hacia dónde queremos ir como país.



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