Cuando el Sistema de Importaciones de la República Argentina lleva varios meses en el ruedo y la falta de aprobaciones de licencias de importación se siente cada vez más fuerte, el interior del país parece estar todavía más a la deriva.
Viernes 3 de febrero de 2023, Mg. Yanina S. Lojo
Después del informe que presentó está semana la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC) quedó claramente evidenciado que el SIRA está golpeando fuertemente a las empresas, en particular, a las PYMES de nuestro país. Su efecto se siente a lo largo y a lo ancho del territorio nacional, y no diferencia entre productores, distribuidores o comerciantes. Pero a medida que la empresa se aleja de Balcarce 50 el efecto parece amplificarse.
La distancia amplifica
Estar lejos de Buenos Aires amplifica los problemas que son comunes para todas las PYMES. Las complicaciones que hoy día tienen las pequeñas empresas son comunes para todas las que operan en nuestro país, pero a medida que se encuentran más lejos de Buenos Aires los problemas parecerían tener un mayor impacto.
Los costos crecen a medida que uno se va a alejando 100 km – y en algunos casos es menor la distancia –, de la famosa zona del AMBA. Podemos citar muchos ejemplos, pero uno de los más significativos es el del combustible. Corrientes, Misiones y Entre Ríos están pagando el litro de diésel más que el resto del país. Esto es sumamente preocupante porque no sólo afecta el transporte de mercadería, impactando en el costo logístico y, por tanto, en el costo final de un producto sino porque afecta también a los productores agropecuarios a la hora de tener que levantar su cosecha.
La falta de infraestructura es un problema muy serio. El estado de las rutas, la falta de tendido ferroviario, el dragado de los ríos afecta seriamente la entrada y salida de los productos desde y hacia el interior del país. Cuando las PYMES empiezan a analizar costos en muchos casos, aquellas que se encuentran en la frontera con Chile, por ejemplo, encuentran más conveniente cruzar al país vecino y tomar un buque a Asia para llevar sus productos desde allí que venir al puerto de Buenos Aires. ¿Por qué? Porque el costo y el tiempo que implica viajar hasta el puerto rioplatense encarece la operación y la hace inviable. Por otro lado, muchas empresas importadoras ante la falta de aprobación de las licencias de importación están trayendo su mercadería a la Zona Franca de Uruguay y esperan allí las autorizaciones, que parecieran nunca llegar. ¿Por qué la zona franca de Uruguay y no la Argentina? A veces por cuestiones de costos, otros por frecuencia de llegada de buques. A medida que las importaciones se van contrayendo por efecto del SIRA baja la frecuencia de los barcos que llegan a nuestros puertos. No es poco común tener confirmado el booking para una carga desde Oriente esperando, y que notifiquen que la misma ha sido rolleada a la próxima salida porque la naviera decidió que no va a pasar por el puerto de Buenos Aires.
El acceso a insumos y maquinarias también se complica. Como me comentó un productor agropecuario amigo del Chaco ante la falta o la poca disponibilidad, se pelean entre los distribuidores para hacerse de la mercadería, y en el caso de las provincias del Norte, quedan en la cola porque tienen más peso las del Centro del país.
La disponibilidad de mano de obra es otro desafío. Se da en el AMBA, pero en las provincias parece ser un inconveniente mayor en algunas que en otras. El aparente proceso de “extinción” de los famosos oficios afecta a todo el país, pero por la densidad demográfica en algunas provincias tiene una mayor incidencia.
Si nos ponemos a mirar el factor climático y cómo está afectando a los productores agropecuarios, el golpe que reciben por el cepo a las importaciones hace aun más mella a sus ya muy dañadas estructuras de costos.
El acceso al crédito es otro grave problema. Si bien, hay que reconocer que algunas provincias trabajan fuertemente en políticas de financiamiento para inversiones en el sector productivo, esto no es parejo en todo el país. La relación con los bancos en los pueblos en algunos casos al ser más personalizada permite un trato más personalizado pero a la vez a la hora de gestionar operaciones de comercio exterior la distancia juega en contra. Los departamentos de comercio exterior de la mayoría de los bancos suelen estar centralizados en Buenos Aires y esto hace que le sea muy complicado al productos, al distribuidor o al comerciante poder llegar a quien toma las decisiones y averiguar qué esta pasando con sus operaciones.
El SIRA es federal
El Sistema de Importaciones que se estableció en octubre del año pasado no podría ser más federal. No diferencia entre una empresa del AMBA de otra del NOA. Lamentablemente, todas reciben el mismo trato. El tiempo pasa, no llegan las aprobaciones. Si queremos potenciar la industria nacional, y las economías regionales el camino que lleva la economía no parecería estar alineado con este cepo a las importaciones.
Tenemos un país con un potencial enorme, pero si no lo trabajamos, jamás lograremos crecer. Con el nivel de pobreza que tiene nuestro país, es una barbaridad que hoy muchas empresas estén evaluando bajar la cortina. Se necesitan políticas claras, seguridad y certidumbre para poder fomentar la inversión y la producción.
No son pocos los casos de empresas de diferentes provincias que todos los días contactan a la Consultora para pedir asesoramiento porque lleva meses esperando que sus SIRA salgan y no tienen respuestas. Ya agotaron todas las instancias de reclamo posible y lo último que te dicen es: “si es necesario me voy para allá” “si hay alguien que me reciba voy a explicar mi problema”. Desde acá – desde el ya famoso AMBA -, sabemos que no tiene sentido. Nadie los va a recibir. Sólo van a seguir acumulando frustración, porque hoy las PYMES – como en muchas otras oportunidades –, están solas. Voy a volver a citar a mi amigo productor agropecuario del Chaco cuando me dijo: “no pedimos que nos den una mano, nos conformamos con que nos saquen las dos que nos ponen encima”. Las PYMES quieren crecer, no pide que las ayude solo piden que los dejen trabajar, del resto se arreglan solas, como lo han hecho siempre.
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