Uno de nuestros principales socios comerciales está mostrando signos que causan por lo menos alerta. Desaceleración en su crecimiento, caída de empresas y debilidad de la moneda. Todo llama la atención.
Martes 12 de diciembre de 2023, Mg.Yanina S. Lojo
China está hoy enfrentándose al costo de una serie de decisiones que afectaron su economía de una manera que no esperaba. Su política en cuando al manejo del COVID se volvió un serio problema para su economía. La intervención del gobierno en la economía de manera sostenida, empieza a resentir su relación con el sector privado.
COVID cero, economía parada
Como parte de su política de controlar los brotes de COVID se decidió en su momento hacer bloqueos totales en las ciudades, provocando que la actividad industrial se viera interrumpida e incluso los puertos quedarán fuera de operación.
Una vez que comenzaron a flexibilizar sus políticas, el repunte en la actividad no llegó. Por el contrario, el sector privado que ya recelaba de la intervención del gobierno en la actividad, hoy resiente aún más estas políticas y desconfía. La dura mano con la que se ha administrado el país durante todos estos años, empieza a tener consecuencias negativas.
La inversión privada se redujo un 0,2% en los primeros seis meses del año, frente a la caída del 0,1% en los cinco primeros meses. Por otro lado, la tasa de inversión en activos fijos subió un 3,8% interanual en el primer semestre.
Fuerte desaceleración
La economía china sólo creció en el segundo trimestre del año un 0,8% del PBI. Lo que implica que se desaceleró con respecto al primer trimestre. El objetivo de crecimiento para este año es del 5%, muy por debajo de las tasas a las que supo crecer en su momento.
Las cifras oficiales contrastan con las previsiones privadas, quienes estimaban un crecimiento intertrimestral menor al registrado, del 0,5%
Caída del consumo interno
El modelo económico de China potencia la inversión y desalienta el consumo privado. Ese paradigma es ideal para una economía que está tratando de desarrollarse económicamente e industrializarse pero hoy la realidad es otra. Y las posibilidades de inversión ya no resultan tan atractivas.
El otro problema viene del lado de los recursos. La mano de obra principalmente. Una marca distintiva de la sociedad china ha sido el control de natalidad. Pero ya han tenido que poco a poco ir flexibilizando este estrecho control, principalmente porque en una economía en crecimiento la mano de obra es fundamental y si empieza a envejecer la sociedad empieza a faltar un recurso lo que impacta en el proceso productivo.
El sector inmobiliario, un nuevo frente de tormenta
Hace unas semanas fue noticia que el gigante inmobiliario Evergrande reveló pérdidas millonarias y tuvo que solicitar la quiebra bajo el artículo 15 en Estados Unidos a fin de salvaguardar sus activos. La empresa durante meses intentó reestructurar su deuda y ante una posible votación intentó protegerse ante posibles embargos de acreedores de Hong Kong.
La crisis viene desde 2021 y ha llevado a que empresas chinas del sector inmobiliario incumplan pagos. En particular, el 40% de las ventas de viviendas chinas han caído en incumplimiento.
Para evitar que la crisis de esta firma arrastrara a todo el sector el gobierno chino ha estado administrando el colapso. Pero finalmente se supo que los pasivos de la misma representan unos USD 335.000 millones mientras que sus activos se encuentran en un valor estimado de USD 251.000 millones.
En línea con esta situación, el gasto en promoción inmobiliaria, se contrajo un 7,9% lo que supone un nuevo descenso con respecto a la caída que se registró entre enero y mayo del 7,2%.
El mundo con los ojos puestos en Asía
El manejo de la situación, que hasta ahora ha sido muy tibio por parte del gobierno chino, inclinará la balanza en la batalla por el dominio comercial de China. Occidente estaba muy preocupado pero los recientes hechos hacen que muchos piensen que ya hemos presenciado el punto máximo de su capacidad de crecimiento y que de ahora en adelante observemos una meseta que puede o no anteceder a la caída.
Probablemente, el férreo control que mantuvo el Estado en la economía y la sociedad hoy estén jugando en contra de la continuidad de su ascenso. La poca apertura y el alto nivel de injerencia gubernamental hacen que muchas empresas hayan perdido el interés ante un contexto ya no tan beneficioso. Una sociedad que mira con desconfianza a sus líderes luego de la crisis del COVID empieza a tomar una postura aún más conservadora y retrae su consumo para estar protegida.
El nivel de deuda también preocupa y limita las posibilidades de las autoridades económicas de continuar incentivando sectores como el inmobiliario.
Probablemente, el ocaso de uno de los motores económicos mundiales esté lejos aún o quizás nunca llegue pero la situación enciende alarmas a nivel internacional, tanto para quienes son competidores como para sus aliados comerciales, como puede ser Argentina quien no solo es importadora de bienes chinos sino que exporta y se ha estado financiando con un SWAP en yuanes.
El futuro traerá desafíos no solo en el contexto local sino también en el internacional. Argentina tendrá que enfrentarse a un mundo donde las tasas de intereses están altas, los inversores abandonan los mercados emergentes por opciones más seguras, y donde uno de los motores económicos ha trastabillado.
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