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Se acrecienta la falta de reservas

El BCRA no deja de perder reservas en un contexto donde a todos preocupa la caída en las exportaciones. La sequía acentúa un horizonte más oscuro para los importadores.

Martes 7 de febrero de 2023, Mg. Yanina S. Lojo


Las reservas del BCRA ayer perforaron los USD 41.000 millones como consecuencia de un nuevo pago al FMI y las ventas que se tuvieron que afrontar dentro del Mercado Único y Libre de Cambios (MULC). Durante febrero el BCRA ya acumula un saldo negativo casi similar a todo enero, unos USD 190 millones. Es importante remarcar que esto sólo se produjo en cuatro ruedas, el mes recién arranca. Con las importaciones, de bienes y servicios, completamente frenadas y teniendo que vender sólo para pagar deudas en stock o alguna que otra excepción, la situación se vuelve preocupante por varios factores: la sequía, el dólar soja, los pagos al FMI y el programa de recompra de deuda.


El efecto del dólar soja 3.0


Durante diciembre el Banco Central, gracias a la versión del dólar soja 3.0 (la segunda de la gestión Massa) había logrado acumular unos USD 2.000 millones en concepto de reservas. Lo cual apuntaló la complicada situación del mes de enero donde al factor estacional – la caída de las liquidaciones normal del 1º trimestre del año –, se sumó el fuerte impacto de la sequía. En enero, luego del incentivo ofrecido, las ventas de dólares del sector agroexportador cayeron a unos USD 928 millones, lo que representa una caída del promedio diario del 64% con respecto al mes anterior. En los últimos diez días las liquidaciones sólo alcanzaron unos USD 212 millones, mientras que el BCRA tuvo que afrontar demandas por USD 459 millones.


Empieza a preocupar la situación de cara a marzo, donde la actividad económica se reactivará por completo y la sequía seguirá haciendo estragos. Es por ello, que las versiones de un nuevo dólar soja se acrecientan. Lamentablemente, este tipo de medidas no sólo desincentivan la liquidación por fuera de los periodos donde se recibe el estímulo, sino que además generan un costo altísimo en términos de la emisión. La diferencia entre el tipo de cambio oficial y el especial se apalanca en la emisión de moneda lo cual termina teniendo un impacto en la inflación, algo que desvela a propios y ajenos. Más después de que se conocieran los números que dio a conocer la Ciudad de Buenos Aires.


El paquete de medidas que ofreció el gobierno la semana pasada para ayudar al campo en el difícil contexto tiene un impacto fiscal de unos $120.000 millones, y los agroexportadores esperan un nuevo tipo de cambio diferenciado mientras que desde Economía buscan alternativas que le permitan hacerse de los dólares del campo sin recurrir a este mecanismo por dos motivos: la emisión y la advertencia del Fondo Monetario Internacional sobre el uso de este tipo de incentivos. ¿Cuál es la alternativa? Las retenciones. Si bien el gobierno insiste que no se puede bajar las retenciones de manera masiva, quizás podría ofrecerlo para algunos productos del sector agropecuario para mejorar la situación sin tener que recurrir a un tipo de cambio especial.


Los desembolsos con el FMI


Esta semana comenzó el proceso de la cuarta revisión trimestral del Fondo Monetario Internacional. De ser aprobada, el organismo realizaría un giro de unos 4.000 millones en Derechos Especiales de Giro (DEG). Los mismos equivalen a unos USD 5.350 millones.


Mientras que en 2022 FMI giró más fondos de los que se le reembolsaron, en 2023 la situación será la inversa: Argentina tendrá que reembolsar unos USD 3.400 millones netos. El objetivo para este año establece que nuestro país debe acumular reservas por unos USD 4.800 millones, y sólo en el primer trimestre mostrar un resultado positivo por unos USD 500 millones.


Como mencionamos anteriormente, el organismo no está de acuerdo con la implementación de tipos de cambios especiales e insiste en la necesidad de unificar el mercado de cambios, así como garantizar la salida del cepo. Mientras que desde el gobierno consideran que no están dadas las condiciones para ello, principalmente en un año electoral donde se necesita cumplir con una meta de reducción del déficit fiscal al 1,9% del PBI.


¿Qué queda para los importadores?


Ya la semana pasada se había mencionado en distintos informes que para poder cumplir con las metas que tiene el gobierno para fin del 2023, habría que acotar las importaciones por unos USD 4.000 millones de dólares.


Esta semana, la consultora EcoGo publicó un informe donde deja saber que como consecuencia de la caída en la oferta exportable el país tendrá unos USD 22.000 millones menos de ingresos. En parte por la caída de las exportaciones y en parte por los pagos que deberá hacerse al FMI. Coincide con lo que ya es una realidad, el ajuste son las importaciones. Y remarca que habrá una caída en la actividad que rondaría entre el 2,8% y el 3,2%.


En el mismo informe, EcoGo remarca que la caída total del año sería de unos USD 12.500 millones, en parte por una posible menor demanda de energía – y mejores condiciones en los precios –, mientras que el resto tendría que ajustarse por bienes y servicios. Los bienes caerían unos USD 5.700 millones.

Los servicios cada día más golpeados, donde la SIRASE está haciendo un fuerte tapón, la consultora prevé que se ubicarían en los USD 4.900 millones, mientras que en 2022 el volumen habría ascendido a los USD 10.500 millones.


Claramente, la decisión de Economía es evitar la devaluación frenando las importaciones, lo cual tendrá un claro impacto en la actividad económica que ya se está sintiendo. La sequía no sólo golpea al campo, este es quien lo siente directamente. Mientras que el resto lo sentirá indirectamente sea porque no recibe sus insumos importados, por la suba de los costos locales, por la caída en la actividad o por problemas para pagar la licencia del software que utiliza todos los días para trabajar. Así de transversal es el problema de la falta de reservas.


Probablemente, los dólares del FMI lleguen porque la revisión del cuarto trimestre se apruebe. Sin embargo, esto es como querer ponerle una curita al agujero en el casco del Titanic – parafraseando al ministro de economía –, puesto que ya no alcanzan para poder cubrir la necesidad de fondos que necesita el país para continuar funcionando, y a la vez, cumplir con las obligaciones asumidas: privadas o públicas.


La decisión de proceder con la recompra de deuda externa, para la cual se necesita un fuerte stock de reservas, suma presión y reduce el margen operativo para las empresas que necesitan traer insumos o bienes de capital para continuar trabajando.


Todos nos preguntamos los motivos detrás de la negativa del gobierno de querer permitir el acceso a los dólares financieros para el pago de las importaciones, y no podemos encontrar respuesta. Como tampoco encontramos la respuesta lógica para que no se aprueben las SIRA con fondos de libre disponibilidad o sin giro de divisa porque la mercadería ya fue paga con las SIMI.

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