Mientras las importaciones siguen pisadas, la inflación sigue firme y la economía se encamina a una posible recesión.
Lunes 7 de noviembre de 2022, Mg. Yanina S. Lojo
Los precios continúan su camino alcista, mientras que las ventas caen y también lo hace la producción por falta de insumos. ¿Hacia dónde vamos?
Importaciones: sin rumbo
Con la implementación del nuevo régimen, el SIRA que se suponía venía a dar mayor agilidad y trazabilidad al comercio exterior, las importaciones están más comprometidas que nunca. Las empresas ya no saben que hacer ni pensar: las operaciones con licencias automáticas están demorando a veces dos semanas en ser aprobadas, las que tienen licencias no automáticas nunca se sabe. Aquellos atrevidos que deciden usar los dólares propios lograr la aprobación, consiguen rápidamente su declaración SIRA, lo cual pone en manifiesto que la necesidad del Banco Central de reservas es demasiado alta como para pensar en la industria. Algunos importadores están completamente desconcertados: mientras que tienen trabadas las importaciones de insumos o materias primas, les han aprobado importaciones de bienes finales. La pregunta que empieza a surgir es: ¿Cuál es el criterio? ¿Hay criterio? De esta manera, la oferta comienza a contraerse por falta de mercadería, y más aún, de previsibilidad sobre cuándo se va a poder reponer aquellos que se vende. El supuesto alivio que se anunció el lunes pasado, terminó sintiéndose más como una migaja: USD 50.000 para pago anticipado por año calendario por todo concepto. Si queremos ver el vaso medio lleno, para 2022 sería de una ayuda. Pero para 2023, se siente poco. Difícilmente, logré marcar una diferencia. Y preocupa mucho hasta dónde se podrá cumplir cuando se empieza a analizar la deuda en dólares por importaciones que el gobierno está obligando a rollear. A estos hay que sumar, que se anuncia una medida el lunes, finalmente sale el viernes, y con suerte quizás para mediados de esta semana se pueda empezar a usar.
La inflación
La falta de productos y de previsibilidad con respecto al valor al cuál se va a finalmente poder reponer - porque tener plazo, no garantiza el tipo de cambio - preocupa mucho a las empresas, y debería preocupar más al gobierno que tiene que luchar con la inflación. En este contexto, es inevitable que los precios suban. Si la oferta es escaza o no se conoce el precio de reposición, los productores no tienen otra opción más que subir el valor de sus productos hoy.
Si a eso le sumamos que el gobierno decide anunciar un congelamiento de precios de diciembre a marzo, lo único que provoca en la economía es el aceleramiento de los aumentos. No es que el empresario sea malo, y quiera perjudicar a los consumidores. Es la respuesta natural de la economía que, al desconocer a quién puede afectar el congelamiento, entonces necesita asegurarse la cobertura por ese tiempo, y decide aumentar hoy los precios para quedar cubierto mañana. En otras palabras, el anuncio de un congelamiento en alimentos termina provocando un aumento generalizado en la economía. Algo totalmente contrario a lo que se buscaba generar. Más allá de que la experiencia ha demostrado que los congelamientos de precios no han dado resultado, y suelen generar una aceleración de inflación antes y un estallido posterior.
El 15 de noviembre debería darse a conocer el Índice de Inflación del mes de octubre, y las estimaciones privadas se alejan del número de septiembre, que había mostrado una contracción, y se acercan más al 7%. De ser así, nuevamente estaríamos en niveles inflacionarios que no se daban desde el año 1991. El informe del REM (Relevamiento de Expectativas de Mercado) que realiza el Banco Central es más generoso y ubica el valor en un 6,2%. El mismo informe revela que las expectativas para finales de este año han bajado de un 100,3% a un 100%. El problema es que se han elevado para el próximo y están muy lejos de lo que Economía pronosticó en el presupuesto.
Fuente: Informe de Relevamiento de Expectativas de Mercado - Banco Central
Recesión
El fin de semana se estuvo hablando de la posibilidad de que el Estado entregué a los asalariados una suma fija para restituir el poder de compra. Se proyecta que, para el último trimestre del año, los salarios privados perderán 7,4% de su capacidad de compra mientras que en el sector informal la caída sería del 15%. Esta situación es la que está probablemente alimentando no sólo la caída del tipo de cambio libre sino también de las ventas minoristas de las PYMES. A precios constantes, en el mes de octubre la caída habría sido del 3,2%. Esta es una manera de controlar la inflación, porque si la demanda comienza a caer, la oferta debe bajar los precios para potenciar las ventas. Lamentablemente, la falta de insumos para la producción sumado a la traba a las importaciones, hacen que la oferta no pueda hacer ese ajuste. Incrementar el dinero en mano de los consumidores, estimularía la demanda, pero si la oferta no puede responder, los precios continuarán aumentando e inevitablemente la recesión llegará, No por falta de consumo, sino por la incapacidad del sector industrial y comercial en responder. Después habría qué discutir cómo llegamos a esa suma fija: será con emisión o lo deberán pagar los empleadores. De la primera manera, se genera inflación directamente. En el segundo caso, un incremento en los costos que será trasladado a los precios y, por lo tanto, también impactará en la inflación.
La trampa de la falta de reservas
Hace unos días el viceministro de economía dijo "(…) La situación se había desbordado y el riesgo de hiperinflación era bastante elevado. Lo hemos reducido, aunque no eliminado (…)" Es bueno escuchar que alguien desde Economía entiende la gravedad de la situación. Lástima que las decisiones que se están tomando no son las más adecuadas. Que haya malestar en los ministerios porque desde la cartera económica están pidiendo un mayor esfuerzo fiscal, es anecdótico, cuando las PYMES corren riesgo de fundirse. La mala administración de las reservas nos ha colocado en una situación tan complicada, que la salida es a través de un camino minado. Querer culpar al sector privado de la situación, es no querer asumir la responsabilidad. Hay un ente dentro del Estado que tiene como parte de sus tareas defender el valor de la moneda y las reservas del país. Y como bien mencionamos la semana pasada, si una empresa este año importó un insumo para 7 años de producción: ¿Quién lo permitió? Más allá de que en un país normal, si la compañía tiene el capital para hacer frente a ese gasto, no sería un problema. Cuando se observa que, aún con la manguera de las importaciones pisada, el Banco Central no deja de perder dólares queda claro que difícilmente la situación se vaya a corregir y que las PYMES tienen un camino muy duro por delante.
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