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Sólo Lionel nos puede devolver la esperanza

El cepo a las importaciones y al dólar cada vez se endurece más. El gobierno promete que los dólares van a llegar para los distintos sectores productivos pero los plazos se siguen alargando. Las empresas ya no resisten mucho. Los exportadores no están mucho mejor. El comercio exterior en estado crítico.

Viernes 9 de diciembre de 2022, Mg. Yanina S. Lojo


Pasan los días y como parte de la rutina, como lavarse los dientes o tomar un café, nos sentamos frente a nuestra computadora y vamos directo al sitio web de la AFIP. Allí con una esperanza casi ilusa o casi ya sin esperanza ingresamos al MOA, y comenzamos a cargar los datos de la SIRA o SIRAs que tengamos pendientes esperando que el estado haya cambiado. Que de un OBS veamos un SAL y la alegría estalle. Cualquiera que haya estado en esa situación, podría dar fe que se festeja casi como un gol. Pero en general, pasan los días y la situación se repite: OBS.


Cada vez con menos esperanzas, muchos importadores toman la decisión de volver a pedir la misma SIRA, pensando que quizás como es nueva y está en otro mes, tengan más suerte. Muchos son los que dicen: “pidámosla con dólares propios y después veo cómo hacemos”. Se necesita una SIRA aprobada para poder nacionalizar, y esa es la mayor desesperación de no pocas empresas que tienen sus mercaderías en los depósitos fiscales acumulando gastos. Los precios de la mercadería o de los insumos a dólar oficial ya no existen.


Muchos se preguntan cómo van a pasar el verano si siguen sin aprobarles las Licencias para importar. ¿Cómo se produce si no se tienen los insumos? ¿Cuántas empresas mandarán de vacaciones a sus empleados en las fiestas y cuando tengan que volver les manden el aviso de suspensión? Por ejemplo, el sector automotriz no son sólo las terminales. El aftermarket, el mercado de reposición, está presentando roturas de stock: ¿Qué significa esto? Que tengas mucho cuidado con el calor, porque si rompes algo en el motor quizás recorras todas las casas de repuesto del país y te contesten lo mismo: no hay. O quizás lo tengas que pagar lo que no vale sólo porque ya casi no queda nada. ¿Es el único sector con este problema? No, cada vez son más.


El problema es el financiamiento


Si por obra y gracia de un milagro divino, vieras la SIRA en estado salida viene el otro problema: el plazo de pago asignado. Y ahí se repite siempre la misma pregunta: ¿cómo le explico esto al proveedor? ¿Cómo decirle que me tiene que financiar 90, 120, 180 días o incluso más? ¿Cómo le hago entender que no me dejan que le pague antes de que suba la mercadería al buque o, aunque sea con el documento de embarque?


Sin financiamiento en el exterior, el importador se da vuelta y busca en la plaza local, y la respuesta es peor que la del proveedor internacional. Porque quizás éste quiere ayudar, pero tiene limitaciones en cuánto puede dar en cuenta corriente por cliente por niveles de exposición al riesgo. Pero las entidades financieras locales difícilmente estén dispuestas a prestarle a un importador en dólares. Y los préstamos en pesos no sirven, porque para entrar al mercado oficial para pagar importaciones si tenemos pesos tenemos que esperar el plazo que nos da el MOA.


Para aquel que quizás lo vea de afuera, puede no parecerle tan complejo. “¿De qué se quejan?” “¡Qué traigan los dólares de afuera!” “¡Qué saquen los dólares de debajo del colchón!”. Quizás esas afirmaciones puedan aplicarse a grandes conglomerados o multinacionales, pero la PyME, el pequeño fabricante o inclusive el pequeño productor agropecuario lejos está de esa realidad. El productor agropecuario muchas veces no es el que exporta y, por lo tanto, cobra en pesos y nunca le llega el beneficio de un dólar diferenciado. Cuando tiene que ir y comprar los insumos para la próxima producción los tiene que pagar a un precio fijado a un dólar de $300 o más.


Las exportaciones no están mucho mejor


Aunque el gobierno se abraza al dato del superávit comercial, es consciente que el número no resiste mucho análisis. Con las importaciones pisadas, es fácil lograrlo. Pero cuando miramos los números podemos ver que, con respecto a octubre de 2021, las exportaciones se incrementaron un 15,1%. El 6,4% corresponde al incremento de precios y sólo el 8,2% a cantidades. Y cuando se eliminan las estacionalidades, el verdadero crecimiento de las exportaciones fue de un 7%. Mientras que las importaciones cayeron en términos reales un 8,4%.


A dicho análisis hay que agregarle un condimento adicional y es que, el incremento en las exportaciones en octubre se debió principalmente a la implementación del dólar soja de septiembre. Muchos exportadores cobraron adelantadas las operaciones para aprovechar el tipo de cambio diferenciado y recién en octubre se registraron los permisos de embarque.


Ofrecer un tipo de cambio diferenciado para algunos sectores genera muchos problemas: desinterés a liquidar cuando no hay un precio especial para el dólar, que aquellos que producen otros bienes exportables opten por no liquidar a la espera de un beneficio o dejen la producción por la baja rentabilidad, el problema de qué pasará mañana si liquidamos todo hoy, entre otros. El adelantamiento de las exportaciones es pan para hoy y hambre para mañana. Más cuando le sumamos el condimento de la sequía. El principal sector exportador es el de productos primarios. Entonces si la falta de lluvia produjo una caída en el rinde del trigo, y demoró la siembra de la soja y el maíz entre otros, la conclusión a la que podemos llegar es ¿qué va a pasar en el verano con el comercio exterior y las reservas? El panorama nos hace sentir un escalofrío en la espalda aún con temperaturas de 37º.


Tampoco es que los productores cuentan con mejores condiciones para trabajar que el resto de la economía. Por ejemplo, para poder comprar bienes de capital no disponen de financiamiento accesible, más allá de que como muchos de estos son importados, no se consiguen o tienen problemas para conseguirlos.


¿Algún día habrá una solución?


El otro día alguien me dejó un comentario donde decía que había que dejar que se fundieran todas las PYMES, que sólo pedían plata y no servían para nada. El comentario me provocó una puntada de dolor principalmente porque no podía creer cuánto desconocimiento y resentimiento hay enquistado en la sociedad. Muchas de esas PYMES son el resultado del sueño de una persona que dedicó una vida entera a construir un proyecto. Que se levanta todos los días muy temprano, y se la juega, apuesta al país. Podrán decir que lo mueve el deseo de enriquecerse, ¿pero acaso la gente no trabaja para ganar dinero? Son muy pocos los que lo hacen por el amor a la profesión. Esa persona que un día soñó y se la jugó, y levantó una PYME, una fábrica o un comercio, le da trabajo a otras, invierte en el país, ayuda a que la rueda siga girando y que todos crezcan. Paga impuestos que sirven para sostener el sistema público. Si no hubiera empresas, no habría quien pagara impuestos y el Estado no podría brindar servicios. Y muchas veces gracias a las decisiones de burócratas que jamás administraron ni las cuentas de sus propios hogares, ese pequeño empresario, ese emprendedor lo ha perdido todo. Se ha quedado sin nada.


Hoy las PYMES están desesperanzadas, no saben qué va a ser de su futuro. No saben si van a poder seguir trabajando. Sienten que el país los rechaza, les pisa la cabeza y no los deja crecer. Somos un país que tiene todo lo que cualquier otro podría desear: tierra fértil, agua, combustible, minerales, capital humano más que capacitado y creativo, mares ricos, bosques y así podríamos seguir nombrando las riquezas de este país. Sin embargo, somos un país desesperanzado, donde millones viven en la pobreza y en la indigencia. Somos un país fracturado, dividido.


En estos días y con motivo del mundial, hemos visto que por unos 90 minutos las diferencias desaparecen, nos unimos todos con un objetivo común. Sufrimos – porque es algo que llevamos en los genes -, gritamos, festejamos y soñamos todos juntos. Cuando uno ve eso, piensa en lo que podríamos lograr si nos uniéramos para otras cosas. Si soñáramos todos juntos un país mejor. Hoy sólo Lionel nos puede devolver la esperanza, no sólo en el fútbol sino también en creer que podemos todos juntos llegar lejos. Yo elijo creer, no sólo en la Scaloneta sino también en que quizás algún día Argentina pueda ser “el Gran Pueblo Argentino” al cual los libres del Sur respetan no sólo cuando está detrás de una pelota.


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