Ante la difícil situación económica que la Argentina está atravesando, pensar que la llegada de algunos dólares podría solucionar todo el problema es vivir en la irrealidad. Lo que necesitamos urgente es un plan de estabilización.
Viernes 15 de septiembre de 2022, Mg. Yanina S. Lojo
Si alguien todavía cree que con una inflación promedio mensual del 7% y anual rondando el 100% la llegada de algunos dólares alcanza para salir adelante siento desilusionarlo, pero esto no va a suceder.
La proyección para el año próximo de una inflación en el orden del 60% esconde o una mentira o un terrible plan de ajuste. Caso contrario sería imposible obtener ese valor. Otro dato: dicen que el presupuesto plantearía un dólar superior $250.- para finales del 2023. Con esa devaluación, parece difícil pensar que los precios no reaccionarían salvo que no haya ni productos ni dinero en la calle. En un año electoral, cuesta imaginar que se vaya a dejar sin dinero a los votantes.
El problema de la inflación
No me extrañaría escuchar, un día de estos, a algún funcionario diciendo que la culpa de la inflación es de Perón que al ser derrocado dejó una situación política complicada (si, en el medio estuvo la convertibilidad, pero no importa) La inflación es un fenómeno monetario que hace años se viene alimentando. El principal causante: la emisión indiscriminada. La guerra en Ucrania puede explicar algo de inflación, principalmente en países dependientes de Rusia en la provisión de energía. Pero, por ejemplo, Brasil nuestro vecino, tiene deflación y vive en el mismo mundo que nosotros. En general, la mayoría de los países que tienen inconvenientes con la inflación están pagando hoy la emisión que se hizo durante la pandemia para solventar los alargados encierros.
En nuestro caso, que ya veníamos con una alta inflación - hace 20 años que viene subiendo -, los miles de subsidios que brindó el gobierno hoy están trayendo consecuencias. Si a eso le sumamos el cierre de las importaciones y el problema de las reservas, es imposible pensar en que no siga creciendo.
Sin reservas
Las reservas están por el piso, y nadie tiene claro qué está usando el BCRA para solventar las operaciones. Ante la desconfianza de algunos economistas que se animaron a preguntar en voz alta qué estaba pasando con los encajes, Pesce se apuró a aclarar que estos estaban sanos y salvos. Pero con la escasez que hay nadie está seguro de nada. La revisión del FMI se demora y los dólares no llegan. El BID prometió un préstamo de USD 8.000 millones que tampoco llegó aún y las propuestas de REPO siguen sin tener aprobación.
Suponiendo que los astros se alinearan, y que todo lo anterior finalmente se diera, no nos alcanza. Necesitamos más de USD 40.000 millones para soportar el nivel de importaciones mínimo que mantiene a la economía funcionando y estamos lejos de ese número. Esto nos lleva a pensar que las importaciones van a seguir cerradas. Si no hay mercadería, los precios tienden a subir porque la ley de oferta y demanda dice que, a igual demanda, pero menos oferta, mayor es el precio. Si a eso le sumamos que aquel que vende no sabe a qué precio podrá reponer, entonces mayor será la suba en los precios.
Tipo de cambio
Ayer finalmente mediante la Comunicación A 7606 el Banco Central estableció que aquellas personas que hayan solicitado o se les haya otorgado de manera automática el subsidio para el servicio de luz, gas y/o agua, no podrán comprar dólares en el mercado único de cambios. Lo que nadie se esperaba es que se incluyera dentro la prohibición para operar en MEP y en el CCL. Claramente, el objetivo de esta decisión es querer controlar la cotización de dos mercados que son libres y que no usan las reservas del BCRA, pero que sí tienen un impacto en los precios. Es buscar achicar la brecha a la fuerza, y no por acciones correctivas de verdad. Al no poder girar a través del MULC, muchas empresas estaban recurriendo al CCL para poder pagar sus operaciones, y al ser más alto su tipo de cambio, estaban actualizando sus precios sobre esta base.
Otro aspecto interesante, es que se conoció que la semana que viene se anunciarían medidas con respecto al dólar turista o ahorro. Se habla desde la suba en los impuestos y/o percepciones hasta la posibilidad de utilizar la cotización del dólar MEP para la liquidación de los gastos con tarjeta de crédito. Esta última opción sería de muy difícil implementación para los bancos.
Estamos todos de acuerdo que cuando un recurso es escaso se debe establecer un orden de prioridades. Sería mejor que en lugar de prohibir - que siempre es la peor de las opciones -, se derivaran todas las operaciones que no tienen que ver con el comercio exterior a los mercados financieros, donde los dólares son de los privados. Pero esto podría disparar la brecha, y es lo último que el gobierno quiere.
Todas estas definiciones lo único que hacen es confirmarle al mercado que el tipo de cambio oficial es insostenible y que la devaluación está a la vuelta de la esquina. Es necesario remarcar que una devaluación sin un plan es el peor de los caminos.
Tasas de Interés
Ante el número de la inflación anunciado a mediados de esta semana, el BCRA decidió subir nuevamente las tasas de interés colocando la TEA en 107% para los depósitos a plazo por menos de 10 millones de pesos. Pero es importante señalar que la TEM sigue siendo inferior a la inflación (rondaría el 6.25%). Es decir, habría que dejar el dinero todos los meses junto con los intereses y rogar que la inflación de los próximos meses baje del 7% para que el plazo fijo tradicional sea redituable.
Hoy la política del Banco Central se ha convertido en una de las más agresiva del mundo con relación a las tasas, y esto está directamente relacionado al nivel de emisión. Cuando las tasas de interés son muy altas se corre el riesgo de ingresar en procesos recesivos. Si no controlamos la inflación e iniciamos una recesión, el panorama se pone muy negro.
¿Y el plan para cuándo?
A casi un mes y medio de gestión del nuevo ministro seguimos esperando un plan económico. Pero no cualquier plan. Necesitamos un plan de estabilización. La Argentina no va a salir adelante si no se pone urgente en funcionamiento un plan que busque estabilizar la economía. Todo lo que se anunció fueron medidas sueltas, parches, que acomodan por un lado y desarreglan por el otro. La economía y el mercado necesita saber a dónde vamos, cuál es el futuro, para poder proyectar y planificar. No sólo el gobierno tiene que planificar, sino que conociendo el camino que el Estado piensa tomar, los privados pueden trazar un mapa y organizar su actividad.
La presentación anoche del Presupuesto para 2023 nos da ciertas pistas sobre el camino que piensa tomar el ministro: más impuestos, déficit, devaluación y poco recorte. La aprobación ayer del consenso fiscal y la prórroga de cinco impuestos entre ellos ingresos brutos y el impuesto al débito y al crédito - conocido como impuesto al cheque -, también nos demuestran que lo último que el gobierno quiere hacer es recortar. Quiere recaudar lo más posible para poder seguir solventando el alto nivel de gasto, que en un año electoral ni sueña en ajustar. Cuando la gente está ahogada por los aumentos de tarifas y precios, y no sabe cómo llegar a fin de mes, se plantea la posibilidad de que las provincias puedan aumentar impuestos, y que regímenes de promoción y beneficio fiscales puedan desaparecer. El tipo de cambio conocido como "soja" es un ejemplo de esta decisión de recaudar lo más posible: en lugar de bajar las retenciones, subieron el tipo de cambio de manera artificial, lo que implicó una emisión monetaria impresionante, con un alto costo.
Las novedades de hoy nos dejan pensar que lo que viene por delante es más de lo mismo, y si no corregimos el rumbo va a ser muy duro salir. La solución no es la devaluación, la dolarización, la convertibilidad o cualquier otra decisión asociada con el tipo de cambio. Esa es solo una pata de las diferentes aristas que tenemos que corregir. Necesitamos alinear las diferentes variables económicas y eso hoy no parece estar saliendo bien. Urgente se busca un plan de estabilización, quizás deberíamos ofrecer una recompensa.
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